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"Es esencial que desarrollemos una expresión común de principios sobre seguridad hemisférica" Luis Lauredo Martes, 13 de febrero de 2001 El embajador de Estados Unidos ante la Organización de los Estados Americanos (OEA) considera que los gobiernos del Hemisferio Occidental deberían crear un nuevo enfoque de la seguridad regional que sea incluyente, que refleje un compromiso común con la democracia, que expanda las oportunidades de entrenamiento conjunto de las fuerzas de seguridad y se base en los éxitos alcanzados por las instituciones existentes como la Comisión de Seguridad Hemisférica de la OEA."En opinión de Estados Unidos, es esencial que desarrollemos una expresión común de principios sobre seguridad hemisférica, basada en las instituciones y procesos interamericanos existentes", dijo el embajador Luis Lauredo en un discurso que pronunció el 31 de enero en el Colegio Interamericano de Defensa, en la ciudad de Washington. Una expresión común de seguridad hemisférica "nos daría una guía para el nuevo milenio", señaló en un discurso que recalcó la necesidad de renovar los procesos de seguridad de la región, que en general son obsoletos. El embajador elogió a la Comisión de Seguridad Hemisférica de la OEA, creada en 1995 como el primer foro permanente de la región para el control de armas, la no proliferación nuclear y las cuestiones de defensa y seguridad. Desde entonces ha aprobado por consenso más de 50 resoluciones en cuestiones claves, y ha "definido mediante la acción el concepto de seguridad hemisférica", declaró Lauredo. Traducción extraoficial del discurso de Lauredo: Palabras del Embajador de Estados Unidos Luis Lauredo En el Plan de Acción de la Cumbre de las Américas, nuestros presidentes y líderes han planteado sabiamente la pregunta: ¿Cómo revitalizamos y fortalecemos las instituciones del sistema interamericano de defensa, relacionadas con los diferentes aspectos de la seguridad hemisférica? Parte de nuestro sistema de seguridad hemisférica se basa en el Tratado de Ayuda Recíproca de 1947, conocido como el Tratado de Río. El Tratado de Río surgió de la necesidad que se percibía de proveer un mecanismo de seguridad colectiva para el hemisferio durante la época inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial. Aunque la amenaza de un ataque desde fuera del hemisferio, que era la justificación de la filosofía de defensa colectiva del sistema, no existe al presente, el tratado, junto con la Carta de las Naciones Unidas, es parte del mecanismo de seguridad colectiva de la región. Pero, ¿qué nuevas realidades hay hoy día que no había en 1947, y cuál debería ser nuestra respuesta común a estas nuevas realidades? Nuevas RealidadesHoy encaramos un mundo diferente al de la década de los años 40. No es de extrañar que el sistema interamericano se encuentre definiendo nuevamente su estructura de seguridad. En las Américas hay diferencias importantes en torno a cómo los diversos miembros de nuestro hemisferio contemplan los intereses de seguridad. Después de todo, abarcamos toda una gama, desde un país como Estados Unidos, con una población de 270 millones, hasta otro como San Cristóbal y Nieves, con una población de 40.000. El contraste en tamaño destaca una distinción importante; por ejemplo, las necesidades de seguridad muy diferentes que tienen los pequeños estados insulares del Caribe. Muchos estados caribeños no tienen fuerzas militares y dependen, en cambio, de fuerzas policiales relativamente pequeñas o unidades de seguridad especiales. Los estados caribeños definen a menudo sus intereses de seguridad de un modo mucho más amplio que los estados más grandes. Además de las amenazas obvias, tales como el tráfico de narcóticos, las preocupaciones adicionales de los pequeños estados insulares van desde los efectos devastadores de los desastres naturales a las siempre dolorosas consecuencias de los ajustes económicos que son resultado de la mundialización. De modo similar, las diferencias entre América Central y América del Sur también son significativas. Aun dentro de las subregiones hay realidades e intereses de seguridad diferentes. Y, lo que es aún más importante, se han desarrollado diferentes arreglos de seguridad subregionales. Además de las diferencias subregionales, también varían ampliamente las que se perciben como amenazas al hemisferio. Hoy, las que se perciben como amenazas han cambiado radicalmente, haciendo trizas el consenso del período de la Guerra Fría en torno a qué amenazas deberían estar en el foco de los esfuerzos de seguridad hemisférica cooperativa. La definición de seguridad, tradicional y estrecha, que se concentraba en el ataque armado desde el exterior, ha evolucionado hasta convertirse en un concepto de muchas dimensiones que incluye facetas militares, políticas, económicas, sociales y naturales o ambientales. El hemisferio no se enfrenta hoy a la agresión externa. En cambio, sobresalen en la región nuevas amenazas que requieren respuestas coordinadas, cooperativas y multilaterales. Hoy día, hay en las Américas amenazas no tradicionales, de tipo transnacional, tales como el terrorismo, el tráfico de narcóticos, los desastres naturales, los desastres ambientales, las empresas criminales transnacionales y la inmigración ilegal. Estas amenazas requieren a menudo de los gobiernos respuestas multilaterales, puesto que ningún estado o combinación de estados puede ocuparse de ellas individualmente. Estas amenazas modernas se entrecruzan también con problemas que requieren respuestas multifacéticas de diferentes organizaciones nacionales, todas ellas actuando apropiadamente de acuerdo con normas y principios democráticos. Entonces, ¿a qué conclusiones y a qué evaluación podemos llegar en lo concerniente al sistema interamericano de seguridad hemisférica basado en las nuevas realidades e intereses de seguridad de las Américas? ConclusionesEn primer lugar, nuestro compromiso común con la democracia debe ser reforzado con una arquitectura de seguridad que refleje nuestros valores y principios comunes: compromiso con la democracia, la libertad, la justicia y la protección de los derechos humanos. Debe reflejar también un nuevo sentido de responsabilidades compartidas. En el contexto de seguridad, esto incluye la autoridad civil sobre los militares. Requiere que nuestras naciones dispongan de los medios apropiados para apoyar al hemisferio contra las amenazas transnacionales de modos que refuercen esos valores comunes. Estas son todas ellas partes de la continua necesidad de nuestra región de definir la seguridad en el contexto del ambiente de seguridad de hoy. En segundo lugar, necesitamos un sistema de seguridad interamericano que sea incluyente. En este punto, de los treinta y cuatro estados miembros veinticinco son miembros de la Junta Interamericana de Defensa. Sólo trece han ratificado el Pacto de Bogotá. Sólo veintidós han ratificado el Tratado de Río, y sólo siete han ratificado sus protocolos. Con un par de excepciones, los estados caribeños no participan en ninguno de los instrumentos de seguridad interamericanos, y tampoco lo hace Canadá. Cualquiera que sea lo que extraigamos de este examen, debe ser una estructura que todos los estados encuentren pertinente para sus intereses de seguridad y en la cual puedan participar con entusiasmo. En tercer lugar, en tanto que hoy día hay un consenso evidente acerca de que el concepto de seguridad del hemisferio debe ser puesto al día, debemos ser cuidadosos en cuanto a cómo definimos nuestras amenazas comunes a la seguridad. Una definición de la seguridad demasiado estrecha nos dejará desprevenidos para ocuparnos de los intereses exclusivos de los países pequeños. Una definición demasiado amplia, en cambio, corre el riesgo de asignar falsas prioridades y recursos inapropiados a tipos de problemas fundamentalmente diferentes. De igual modo, debemos cuidarnos de definir cualquier reto como un problema de seguridad, a fin de que el concepto no se vuelva carente de sentido. Como región, debemos ser cuidadosos para no etiquetar como cuestiones de seguridad problemas que son primordialmente económicos o sociales o, de lo contrario, podemos encontrar que estamos usando las herramientas equivocadas para resolver problemas reales. En cuarto lugar, estas modernas amenazas transnacionales se entrecruzan con problemas que requieren respuestas multifacéticas de diferentes organizaciones nacionales, dependiendo de la naturaleza y gravedad de la amenaza. Hoy día, la respuesta a los nuevos retos en materia de seguridad son más a menudo las entidades civiles, no las militares. Cada país tiene que equilibrar la situación dentro de su propia experiencia nacional; en algunos casos puede requerirse una respuesta mixta, civil y militar. Para responder apropiadamente y aumentar la capacidad de emprender acciones conjuntas y combinadas, será necesaria la comunicación efectiva entre los gobiernos nacionales. En muchos casos, la respuesta de la región puede requerir acciones tanto de los elementos civiles como de los militares, tal como lo dirijan los gobiernos. Para la cooperación multilateral efectiva, serán necesarios el entrenamiento conjunto, la profesionalización de las fuerzas de seguridad y un cierto nivel de capacidad de operar en conjunto por parte de las agencias gubernamentales similares. En quinto lugar, necesitamos fortalecer y procurar una mejor coordinación entre las instituciones y procesos del sistema interamericano de seguridad hemisférica. En 1995, la OEA estableció la Comisión de Seguridad Hemisférica. La comisión es el primer foro permanente de la región para la consideración del control de armas, la no proliferación nuclear y las cuestiones de defensa y seguridad. Desde 1995, la OEA ha acumulado un historial impresionante de logros. Han sido aprobadas por consenso más de 50 resoluciones sobre control regional de armas y política de defensa y seguridad. Este organismo de trabajo ha definido mediante la acción el concepto de seguridad hemisférica. Debemos tratar de continuar fortaleciendo la Comisión de Seguridad Hemisférica. De igual modo, debemos tratar de aumentar la acción recíproca y la efectividad de otros procesos del sistema interamericano de defensa tales como la Ministerial de Defensa y las Conferencias de las Fuerzas Armadas Americanas, para asegurar que todos ellos contribuyen a la agenda de seguridad hemisférica. Es hora de que la región le provea a la Junta Interamericana de Defensa un mandato claro de ejercer una función técnica y asesora en materia de defensa y seguridad, dentro de la estructura de la OEA. Desde la perspectiva de Estados Unidos, tal función debería incluir la ampliación de la carta de la junta, para incluir el avance de las relaciones cívico-militares y contribuir al diálogo y la cooperación en intereses de seguridad no tradicionales; tratar de expandir la participación regional en la junta, especialmente la que se especializa en la seguridad civil y las agencias de aplicación de la ley; y buscar maneras de hacer posible que la junta responda, a pedido de los propios estados, a las preocupaciones especiales de seguridad de los pequeños estados insulares. Confiamos en que los gobiernos de la región puedan presentar formas constructivas de reestructurar la junta y darle nuevos mandatos que contribuyan a la agenda común de seguridad hemisférica. En opinión de Estados Unidos, es esencial que desarrollemos una expresión común de principios sobre seguridad hemisférica basada en instituciones y procesos interamericanos existentes. Este documento aunaría, de modo óptimo, la rica historia del hemisferio y las realidades actuales. Lo que es más importante, una expresión común sobre seguridad hemisférica nos daría una guía para el nuevo milenio. Estoy firmemente convencido de que en las Américas tenemos más en común, en este aspecto, que lo que salta a la vista. Si bien, como se dice, el problema está en los detalles, todos los gobiernos y, lo que es de importancia máxima, los pueblos que representan en el continente de líderes elegidos democráticamente, están unidos en su compromiso de colaborar para concluir una nueva visión de seguridad hemisférica. Gracias por esta oportunidad de compartir mis pensamientos con ustedes. Gracias.
Enviado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos
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