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El tiempo de los proyectos

publicado a la‎(s)‎ 23/03/2011 20:55 por Elección 2012 México   [ actualizado el 23/03/2011 21:30 ]

En los últimos meses se han publicado artículos y libros sobre un proyecto de futuro para México y el domingo se hizo público un nuevo proyecto, supuestamente alternativo. Hemos entrado a la estación en que florecen los proyectos de nación por el clima electoral. Seguramente intelectuales, políticos y partidos publicarán en los próximos meses sus ideas sobre el futuro del país, las prioridades de la agenda de gobierno, los cambios sociales a emprender a fin de que el sueño de un país excelente sea realidad. La acción de proyectar y sus productos, los proyectos, son socialmente importantes, pues todo proyecto expresa la inconformidad y la crítica de sectores sociales a la situación que viven y su exigencia de crear otro mundo social que consideran preferible, exigible y posible. El proyecto manifiesta la vitalidad y creatividad de una sociedad y deja en claro que la sociedad actual en la que se vive, con sus limitaciones y males, no puede ser la última frontera.

El problema con los proyectos de nación no se ubica en la corrección y valía de los contenidos de su visión y agenda de futuro sino en su factibilidad, en la probabilidad de que dejen de ser una imagen de futuro social razonable y lleguen a ser realidad. Para transitar del proyecto de sociedad a sociedad realmente existente, concreta, perceptible, se requieren fundamentalmente dos factores: un factor político y aun moral, que define la posibilidad de que el proyecto sea socialmente aceptado, y otro económico-técnico, que define su posibilidad de ser efectuado a partir de las capacidades y los recursos con que una sociedad cuenta.


Estos dos factores determinan si un proyecto social es válido, porque la validez del proyecto no descansa en la exigibilidad jurídica, solidez racional y valía moral de su imagen de futuro, sino en su posibilidad de ser realizado, de volverse realidad social. Lo que importa de un proyecto es que sea "eyecto", que sus buenas ideas y valoraciones puedan ser proyectadas, lanzadas, arrojadas al mundo real y se conviertan en algo real, visible, que está ahí presente, frente y entre nosotros, "arrojado", en el mundo social en que vivimos, que forma parte de nuestra vida. Los mejores proyectos, total o parcialmente nuevos, transformadores o reformadores, alternativos o de mejora, enfrentan problemas insolubles si el factor político y el factor técnico no se han desarrollado hasta el nivel que hace que los proyectos sean realizables. Los proyectos se quedan en estado conceptual, potencial, si carecen del factor político del acuerdo y la aceptación social y del factor técnico de los recursos y capacidades para ser llevados a cabo. Desafortunadamente, en este momento, no disponemos de los suficientes recursos políticos y técnicos para hacer realidad el proyecto. Requerimos agentes, que no los tenemos en el nivel necesario, y no solo proyectistas, ideadores, que sí los tenemos.

¿Cuál es la agencia del proyecto, su agente realizador? Las respuestas son conocidas. Puede ser un caudillo, una mayoría política, una dirigencia social hegemónica que agrupa sectores políticos, económicos, sociales e intelectuales. Las tres formas de liderazgo pueden hacer que el proyecto de nación tenga viabilidad porque en principio pueden construir los acuerdos básicos y pueden convocar y coordinar a los que poseen las capacidades y los recursos requeridos para efectuar el proyecto. La pregunta sobre la agencia del proyecto tiene sentido porque nuestras divisiones aquí y ahora se encuentran en la agencia, en su posible realizador, más que en el contenido y características del proyecto. A esto se debe que en este momento haya sectores que se mueren por un caudillo, políticos que están dedicados a construir alianzas para construir una mayoría de gobierno eficaz, políticos y organizaciones civiles que buscan dar forma a una dirigencia gubernamental-social integrada.

Lo que conviene no perder de vista es que en el mundo social contemporáneo, muy diferenciado en ideas, preferencias y compromisos, en el que embona la democracia moderna pluralista, ninguna de las tres formas de liderazgo tiene de entrada suficiente asamblea, público, audiencia para ser viable. Para que su proyecto pueda primero ser considerado un proyecto de nación convincente o sugerente y después ser realizable, no basta el apoyo de su público identificado, de su clac de seguidores y afines, sino que deben conquistar e involucrar al público que está atento a la marcha de los asuntos públicos y nacionales y al público en general. Más el caudillo o una alianza o un partido aporrean a sectores, grupos y personalidades de la sociedad con adjetivos despectivos y ofensivos menos probabilidad tiene su proyecto de realizarse, pues se queda sin aceptación social importante, que es su condición política de éxito, y sin los recursos y las capacidades de agentes económicos y sociales clave, que son su condición técnica de efectuación.

Autor: Luis F. Aguilar, Periódico Reforma, 23 de Marzo del 2011

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