Con el 95% de los votos escrutados, que sitúan al Movimiento Socialista Panhelénico (Pasok) en un humillante séptimo lugar con menos del 5% de los votos y 13 diputados tras una agónica lucha para no quedar excluido del nuevo Parlamento griego, Europa habrá asistido a la defunción de un partido histórico de la Internacional Socialista, que dominó durante más de tres décadas la vida política de este país.
El penúltimo acto de la debacle tuvo lugar hace unas semanas cuando Yorgos Papandreu, primogénito del legendario fundador del Pasok, Andreas Papandreu, rompió con el partido –son bien conocidas sus desavenencias con su archirrival Evánguelos Venizelos, actual líder de lo que queda de la formación- y decidió crear el Movimiento de los Demócratas Socialistas, que se ha quedado fuera del Parlamento al obtener menos del 3% de los votos (concretamente, un 2,4%)
El hundimiento del Pasok supone el agotamiento de un proyecto político de masas, de una vía hacia un socialismo nacional y popular, que encallaría una vez en el poder en las rocas de la corrupción, el clientelismo y la hipocresía, sin adaptarse nunca realmente bien del todo, pese a seguir ganando elecciones, a las corrientes social liberales que llegaban de Europa. La llegada de la crisis y con ella el desplome de las clases medias le dieron el último empujón en su caída.
Andreas Papandreu fundó el Pasok en 1974 sobre la base de los grupos de resistencia de izquierda a la dictadura de los coroneles (1967-1974) y dio la sorpresa en las elecciones de ese mismo año al alcanzar partiendo de la nada el 14% de los votos. Su lema “Independencia Nacional, Soberanía Popular, Liberación Social y Estructuras Democráticas”, así como su carisma, caló entre los griegos que le llevaron primero hasta el 25% de los sufragios en 1977 y más tarde, con el eslogan del “cambio”, a una aplastante victoria con el 48% de los votos y una mayoría absoluta de 172 escaños de un Parlamento de 300.
El hundimiento del Pasok supone el agotamiento de un proyecto político de masas
Papandreu fue progresivamente abandonando su retórica tercermundista y no alineada contra Europa y la OTAN para dirigir sus fuerzas hacia cosas más prácticas como la creación del servicio nacional de salud, la autorización del divorcio y el matrimonio civil o la simplificación del sistema de acentuación del griego escrito. Su oratoria y su combinación de autoritarismo y pragmatismo le hicieron parecer invencible hasta que una serie de escándalos de corrupción, que dieron lugar a la “catarsis” (limpieza) con el llamado "pacto a la griega" entre la derecha y los comunistas, y finalmente la enfermedad acabaron con él.
El Pasok iniciaría una segunda etapa en el poder con Costas Simitis, representante del ala renovadora, liberal y europeísta del partido, bien preparado académicamente pero sin carisma, que trató de maniobrar a lo largo de dos legislaturas (1996-2004) para enganchar el vagón de Grecia al tren de la Unión Europea. En esos años, dicen este lunes viejos militantes del partido, críticos de su gestión, “fue cuando se partió el alma del Pasok, cuando Simitis confundió el consumismo con el desarrollo”.
Después llegaría una última oportunidad con la victoria electoral de Yorgos Papandreu en octubre de 2009, desbaratada casi al instante con la herencia recibida de la derecha y el falseamiento de las cuentas públicas: el déficit público no era el 2,7% sino el 12,7%. La crisis, los rescates y las medidas de austeridad harían el resto, pero el resto ya es presente y el Pasok, historia.